domingo, marzo 29, 2009

PLENEROS DE LA 21



En agosto de 1983 un grupo de músicos amigos, encabezados por Juan Gutiérrez Rodríguez y Marcial Reyes, fundaban, en el entonces Batey borincano, hoy Rincón Criollo en el corazón del sur del Bronx neoyorkino, Los pleneros de la 21, con el propósito de difundir las tradiciones boricuas con estos ritmos.
Formado por tres generaciones de ejecutantes, bailarines y artesanos e intérpretes, Los pleneros de la 21 son ampliamente admirados por la comunidad latina de Nueva York y están considerados hoy como el principal grupo dedicado a estos géneros en los Estados Unidos y de los que cultivan estas sonoridades fueron ellos los primeros radicados en Nueva York que se presentaron en el prestigioso Carnegie Hall, de Manhattan.
Volvamos al apelativo para agregar que evoca el sitio de origen de sus miembros fundadores: la parada 21 del autobús que circula por un barrio predominantemente negro del municipio de Santurce, en San Juan, Puerto Rico, comunidad en la que han surgido algunos de los más famosos intérpretes de la plena.

El entusiasmo, dotes artísticas y dominio de esta manifestación les ha ganado respeto en los círculos de la música folklórica mundial. Sus presentaciones han sido descritas como “una mágica fusión de la cortina invisible que existe entre artistas y audiencia...” (The Albuquerque Journal) y la percusión del grupo, como “incendiaria, compleja y exacta; hace estremecer la sala” (The New York Times). Billboard ha elogiado el grupo por sus "profundas exploraciones de la música afro-caribeña".
Los Pleneros fue proclamado Entidad benéfica por el estado de Nueva York, en 1985, y desde entonces ha recibido varias ayudas económicas, incluyendo el National Heritage Fellowship, para desarrollar e implementar proyectos que constituyan parte de sus programas.


Son también una organización comunitaria que se dedica a desarrollar, promocionar y enseñar las formas danzarias y musicales de Puerto Rico provenientes de la cultura africana, por medio de la presentación de conciertos, lecturas-demostraciones, la celebración de festividades comunitarias tradicionales, clases y talleres. Desde 1988 llevan a cabo un proyecto pedagógico con la escuelas públicas de la Ciudad de Nueva York. Algo de eso nos ofrecen ahora.
Hasta el momento tienen cuatro discos, el primero de los cuales fue grabado en vivo, en 1986, por World Music Institute. Su disco más reciente : Somos Boricuas: Bomba y Plena en Nueva York (1996), gratamente acogido por públicos y especialistas.


ENTREVISTA:
Juango, ¿ha hecho algo especial Los Pleneros de la 21 para ser considerado el grupo de plena y bomba más importante en los Estados Unidos?

─No ha sido de ninguna manera intencional, solamente lo hemos hecho porque entendemos que es un deber y una responsabilidad. Yo siempre pensé - y aún lo hago- que no soy un ser humano completo, ni un músico completo si no conozco mis raíces. Mientras viví en Puerto Rico siempre las tuve muy presentes pero, tú sabes, una vez que uno sale de su tierra es que se da cuenta de la real importancia que tiene el pegarte más a tus raíces, sobre todo en una ciudad como Nueva York donde se pone en duda la identidad, especialmente la de nosotros los puertorriqueños, quienes para ellos no somos una nación. Así que me enraicé más afianzándome como músico en las tradiciones musicales de nuestro país, de nuestra gente, y gracias a Dios tuve la suerte de estar acompañado de muchos colegas y amigos practicantes de la bomba.

Yo tuve una preocupación bien grande cuando este grupo comenzó con Marcial Reyes, mi maestro, y quien me dijo proféticamente “la pandereta te va a traer muchas cosas”. Esta historia comenzó con los mayores, los más jóvenes éramos nosotros: Edgardo Miranda, Tito Cepeda y yo, y ellos nos dieron la responsabilidad a nosotros diciéndonos: “ya hicimos lo que queríamos, y lo haremos hasta el día que nos toque irnos (como efectivamente fue) pero les toca a ustedes ahora”. Mi preocupación entonces era el tiempo, ¡yo vivía tan orgulloso de contar con aquellos maestros que habían depositado su confianza y una responsabilidad tan grande en mí..! pero ¿hasta cuando ellos podrían continuar acompañándonos? La vida sigue un curso natural y efectivamente se nos fueron los mayores, pero al irse ellos por una puerta venían otros tocándola porque esto es una tradición. Siempre fue un grupo de dos y tres generaciones y lo sigue siendo.

El proyecto comunitario que ustedes llevan a cabo es fundamental en la transmisión de esa tradición. Cuéntenos un poco sobre el mismo.

─Camilo Ernesto, nuestro más joven músico con solo trece años, es resultado del trabajo de nuestro Taller juvenil de bomba y plena. Iba con su mamá, todavía en pañales, a acompañar a sus hermanas que participaban en el taller y el nene daba en la silla, entonces yo dije que ese niño tenía algo especial ¡y ahí está!, con el apoyo de su madre que lo ha llevado a las escuelas de música de Nueva York donde ha recibido lecciones de los mejores, ya ha llegado lejos, y eso lo demuestra con su Tercer premio en el Concurso internacional de percusión de jazz afro-latino Thelonious Monk, cuando solo contaba diez años.

En 1988 fuimos escogidos para comenzar un programa especial dirigido a muchachos que estaban regresando a la escuela después de haberla abandonado por un tiempo; era una manera de motivar a esos muchachos que llaman desertores escolares y que allá representan un porcentaje altísimo. Por ahí comenzamos, y nos dimos cuenta de que era una gran responsabilidad y que esa experiencia debíamos llevarla también en nuestra comunidad. Así que en 1989 comenzamos con un taller piloto donde los primeros estudiantes fueron nuestros propios hijos y muchachitos del barrio; empezamos con seis estudiantes y le hemos dado clases ya a más de quinientos.

En las escuelas continuamos con las presentaciones. Durante el año escolar hacemos unas cien actuaciones, tanto en escuelas públicas como en universidades, y no solamente a nivel local sino también a nivel de estados. De esta manera nos hemos presentado en Nueva Inglaterra, New Jersey y Boston, por ejemplo. Muchas veces vamos de gira y preparamos unos paquetes de actuaciones en los que incluimos talleres para los estudiantes universitarios y luego vamos a una comunidad o a una escuela, hacemos charlas, conciertos e intercambios con otros músicos.

Gracias a esta labor hemos compartido con gente que nunca nos hubiéramos imaginado. Dos o tres años atrás fuimos a un lugar bien remoto de los Estados Unidos en el estado de Nuevo México, una reservación de indios sioux. Recuerdo que cuando llegamos los muchachos estaban jugando baloncesto y nos pusimos a jugar con ellos -por cierto, nos dieron tremenda pela- y después nos pusimos a tocar bomba y plena; ellos participaron tocando su música también. Esa fue una de las experiencias más emocionantes que hemos tenido.

Igualmente visitamos Hawaii donde acudimos a una colonia samoana que hay en Honolulu y allá tuvimos también una presentación de película. Nos hemos presentado también en Australia y en el Primer Festival del folklore internacional, en Moscú, en la todavía entonces Unión Soviética,.

La influencia de la bomba y la plena es innegable en la producción musical de la América Latina y el Caribe. Como intérprete de esos géneros, ¿cómo ve el “estado de salud” actual de los mismos?



─En Puerto Rico tienen mucha vitalidad. El tambor y la música cubanos siempre han estado, y están ahora mismo, bien presentes en la creación musical puertorriqueña, así que los músicos de allá se sienten influenciados por todo lo que musicalmente sucede en Cuba, sobre todo por lo relacionado con los ritmos tradicionales y afrocubanos. Se puede decir que se están revitalizando tradiciones a las que se incorporan nuevos elementos, lo que me parece muy bien. No hay nada puro, nosotros somos resultado de influencias, de una mescolanza de cosas. La plena y la bomba no escapan de esa mezcla de influencias y ese proceso, ese fenómeno, continúa. Nosotros participamos en él.


¿Cómo va a marcar a Los Pleneros de la 21 su estancia en Cuba?

─Mira, yo sabía que me iba a tocar bien fuerte y no me sorprenden de ninguna manera las emociones que he tenido aquí. A veces tú sabes que vas a hacer algo en un sitio y ya te lo estás imaginando, pero cuando llegas es otra cosa. Aquí, por supuesto, es otra cosa; no es lo mismo soñarlo que vivirlo. Y esto es algo que a mí nunca se me va a olvidar. ¡Esto es un comienzo! Gracias a Dios estamos aquí con la bomba y la plena que nos han traído. Yo creo que ha sido formidable, increíble. Ahora tenemos que ir a contarle a toda nuestra gente; donde quiera que lleguemos nos están esperando para que les contemos, y tenemos que motivar ese intercambio porque es parte de nuestra responsabilidad.

Es un privilegio estar aquí, de verdad te lo digo, pero con el privilegio viene la responsabilidad y la nuestra es abrir el corazón y hablar de verdad lo que sentimos y decirles a nuestros compatriotas “vayan pa’lla, hagan el esfuerzo por ir” porque mientras más vayamos más estamos logrando, más nos estamos acercando.


Con la actuación esta noche en el Anfiteatro de La Habana Vieja, Los Pleneros de la 21 concluyen sus presentaciones en Cuba. Casi una semana de diálogo, y música, ¡mucha música! han confirmado la idea que siempre hemos compartido los pueblos boricua y cubano: Somos lo mismo.

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