viernes, marzo 06, 2009

SONERO MAYOR



El sonero mayor
Por Mayra Álvarez Díaz


Lourdes de los Santos
Con Octubre colmado de fechas históricas, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) exhibe Son para un sonero, dedicado al Día Nacional de la Cultura y a los 35 años de vida artística del músico Adalberto Álvarez.

Este es la más reciente labor de la creadora Lourdes de los Santos, de quien conocemos una obra dedicada a la música.

Su documentalística comprende: en 1997, Barroca y Fiat Lux; en 1999, Identidad; en 2000, Estado de gracia y Razón; en 2001, 7BH; en 2002, De mi alma, recuerdos; en 2003, A golpe de canción, con las cuerdas de la vida; en 2005, Musima Son y Llegó el tresero; en 2006, Servando en tres tiempos, y, A tempo.

Graduada de Historia del Arte, ha desempeñado diversos trabajos en el cine como producción, asistente de dirección y finalmente, realizadora.

En tus documentales, una línea temática recurrente es la música. ¿Por qué?

Siempre me ha interesado el entorno espiritual del cubano, y por eso he tratado de reflejar su mundo a través del prisma de creadores que intentan, mediante su obra, plasmarla. No puede negarse que la música reina en los corazones de los cubanos, es parte intrínseca de su ser. Y también, por consiguiente, la danza. No es fortuito que Cuba sea una de las plazas más reputadas del mundo en lo que respecta al ballet clásico, la danza folklórica y los bailes populares que, en diferentes momentos de la historia, han marcado pautas en el mundo entero, que ha bailado al ritmo de un son o un chachachá. Por eso es que se convierte la música, y la danza, en línea temática recurrente en mi obra audiovisual; aunque también la plástica ha sido importante.

¿Cómo surgió el interés en la figura del maestro Adalberto Álvarez? ¿Cómo fue la preparación de este documental?

Creo que la figura e historia de Adalberto es motivo de inspiración no de una, sino de varias obras audiovisuales. Él ha hecho un trabajo verdaderamente encomiable al llevar el Son a la actualidad, bebiendo de las fuentes tradicionales y revisándolas, dotándolas de un nuevo ropaje que las contemporiza, por así decirlo, haciendo el Son vigente entre nosotros. Agradezco que haya hecho bailar a generaciones de cubanos con buena música y buenos textos. Sus historias cautivan la atención hasta de los propios bailadores que, en ocasiones, se paran a escuchar lo que dice, y bailan con el estribillo. Eso lo he presenciado y me emociona cada vez que ocurre. Conocí de su genealogía a partir de una amiga, Ana Lourdes Martínez; ella me dio una entrevista que le tenía hecha hace mucho tiempo, y, a partir de ahí, empecé a preparar una escaleta que le hice llegar a Adalberto. Posteriormente elaboré el guión que después filmé con el ICAIC y el Instituto de la Música. La preparación del documental fue compleja, pues debíamos filmar en diferentes provincias del país, había reconstrucción de ficción, conciertos en vivo, búsqueda de materiales de archivo de Adalberto en diferentes momentos de su historia. Agradezco mucho a Adalberto el aporte que hizo al documental de muchos materiales cuyos originales ya no existen. No puedo negar en este aspecto la decisiva gestión del productor Francisco Álvarez, que supo vencer todas las dificultades que un proyecto de esta índole tiene siempre.

¿Cómo consigues tratar lo humano sin desvincular el trabajo musical de las figuras que entrevistas?

Un creador musical se manifiesta como Ser a partir de su obra. Ese momento mágico de la creación, ese rozar lo infinito es lo que lo hace manifestarse como ente humano. Y tratar de captar ese momento es lo que intento en mis propósitos.

¿Cuál es tu reto mayor cuando terminas un documental?

El público: saber si lo que quieres decir, llega. Ese momento es el más difícil para mí; y también el más satisfactorio, el que compensa todos los desvelos, angustias y alegrías que han marcado el camino hasta llegar a ese punto.

¿Tienes ya otras ideas en perspectivas?

Siempre tengo varias ideas dándome vueltas pero, una vez que intuyo cuál es la más factible, me concentro para encauzar mis esfuerzos. Una de ellas es hacer un documental sobre el imaginario mundo de Pedro Pablo Oliva, quien me sedujo hace mucho tiempo con varias de sus obras. Otra idea que me da vueltas es la figura de Frank Fernández, porque me apasiona desvelar todas las aristas de su talentosa y compleja personalidad.

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