martes, diciembre 13, 2005


Bola de Nieve:
el hombre triste que cantaba alegre
Michael Suárez, desde ValenciaCubaencuentro , Marzo 28, 2003
Bola de Nieve: el hombre triste que cantaba alegre. Un documental sobre Ignacio Villa muestra sus aristas como cubano, negro, homosexual, santero, pro revolucionario y sobre todo artista. Su director, José Sánchez-Montes, habla para Encuentro en la Red.
La primera referencia que José Sánchez-Montes tuvo del músico cubano Bola de Nieve fueron unos discos facilitados por amigos que conocían su admiración por la música de la Isla. Supusieron que le gustaría, o jamás imaginaron que de ese encuentro nacería un documental sobre tan atractiva personalidad. "A partir de ahí empecé a interesarme por él —admite el director español—. Bola es algo que te impacta para siempre". La realización estuvo a cargo de la compañía Ático 7, con sede en la ciudad de Granada, en coproducción con Canal Sur Andalucía, el ICAIC, Media 3.14 y el Canal 11 de la televisión mexicana.
Hoy por hoy ¿cuál es la repercusión real de la obra de Bola de Nieve en el público español?
Ahora mismo en España, excepto para los intelectuales, Bola de Nieve es un desconocido. No es ninguna casualidad que a lo largo de la literatura, en biografías de escritores, en las canciones de los músicos de España, hayan referencias a Bola de Nieve. Gente como Pedro Almodóvar, Joaquín Sabina, Alfredo Bryce Echenique, Camilo José Cela, Rafael Alberti... lo han mencionado. Creo que seguro va a explotar en un momento determinado y la gente va a empezar a tener interés por este personaje mundial.
¿Cómo está concebido estructuralmente el documental?
Bola de Nieve: el hombre triste que cantaba alegre es un documental de 72 minutos contado por amigos, familiares, conocidos y expertos en música. Nos van narrando tanto la biografía de Bola como su forma de ser, que para mi era fundamental para que él cantara y compusiera como lo hizo. Empieza con una secuencia que llamamos "la muerte del héroe", que es su multitudinario entierro en Guanabacoa. Luego empezamos a contar su historia desde el principio hasta que llega la revolución. Bola se adscribe a esa primera revolución que era todavía vibrante e ilusionaba a la gente, y que es la única que él conoció debido a su muerte en el año 1971. A partir de ahí comenzamos a referirnos a otros elementos como son su condición de negro en una Cuba que había postergado a los negros y que seguía postergándolos; a su condición de homosexual en una Cuba que siempre fue muy contraria a eso, e incluso la revolución en sus primeros tiempos también lo fue. Él navegaba en ese mundo con una cierta soltura y acabó siendo un artista importante en la época de Batista y posteriormente en la de la revolución. Me parece fascinante cómo ese personaje consiguió sobrellevar y sortear todas esas dificultades.
Algunos creen que siendo más o menos excéntrico, como su coterránea La Lupe, corrió mejor suerte que ella en sus relaciones con el naciente régimen...
La Lupe era maravillosa como intérprete por el desgarro de sus canciones, que se parece mucho al del Bola. Pero Bola la supera en el estudio y la investigación profunda sobre la música cubana. Nos decía Helio Orovio —y yo creo que es cierto—, que Bola era precursor del mambo antes que Pérez Prado. Fue también precursor del feeling. Algunos lo han identificado con el feeling, pero Bola es anterior al feeling. La propia Marta Valdés se niega categóricamente a que se le incluya en ese movimiento. Él es el precursor internacional de canciones tan conocidas como La flor de la canela y La vie en rose... Bola es mucho Bola. Es un icono absoluto. Edith Piaff decía que nadie cantaba La vie en rose como Bola. Chabuca Granda le tenía absoluta pasión, y la interpretación que él hace —amanerada como dice Orovio, u homosexual como digo yo— de La flor de la canela, es genial. En ese sentido es único, y yo creo que Latinoamérica lo considera así. Lógicamente, yo creo que Bola fue mucho más amoldado que La Lupe. Fue un "seguidista", una especie de abanderado de la revolución. Viajaba por todo el mundo: en Rusia cantó en ruso y en China en chino, tenía fotos con Mao. Él era un pro-revolucionario muy declarado, y de hecho, su enemistad con Reinaldo Arenas vino de ahí. Arenas empezó siendo su amigo, pero luego acusó a Bola de ser "el calesero del Partido". Bola se declaraba marxista, fidelista y yoruba, o sea que era una cosa tremenda. Yo creo que eso se entiende porque vivió los primeros años de la revolución, en aquel mundo idílico en el que de pronto los negros pensaron que iban a ser felices y a cambiar su estatus; los homosexuales —seguramente— pensaron lo mismo. Él vivía prácticamente en una especie de nube, donde se codeaba con Fidel y con todos los artistas internacionales que iban a Cuba. En cambio, La Lupe venía del mundo de la calle, de los patios, de los solares, y cantaba lo que vivía. Pero Bola no vivía en ese mundo, Bola era "del mundo de los VIPs".
¿En qué testimonios se basó para armar el documental?
Hay mucha gente interesante. Sobre todo hay muchas entrevistas radiofónicas con Bola en Perú, México y Cuba. Participa Helio Orovio, para mi un musicólogo maravilloso, un personaje estupendo que conoce la música cubana al dedillo desde lo afrocubano hasta el rap, absolutamente todo. También Luis Carbonell, que fue amigo de Bola; una señora de la canción cubana como Esther Borja y el músico y folclorista Lázaro Ros. Entre los mexicanos está Vicente Garrido, y de España Santiago Auserón, que ha trabajado mucho con la música de Cuba. Luego hay un personaje que ya forma parte de lo privado que se llama Israel. Era el maître del Monsignor, lo que se llamó el Ché Bola en un momento determinado. Era un amigo muy íntimo y especial para Bola, y forma parte del hilo narrativo de la segunda mitad del documental.
En cuanto a los archivos de imágenes nos hemos quedado absolutamente sorprendidos, porque yo nunca había visto a Bola de Nieve. Yo creo que casi nadie aquí lo había visto. Lo comentaba incluso con Joaquín Sabina, que solo lo conocía a través de fotografías. Yo empecé a investigar en el archivo del ICAIC y encontré unos fragmentos breves que venían de la maravillosa película Nosotros la música, de Rogelio París. Eso era lo que había. Pero encontré en la televisión cubana muchos archivos, incluso algunos inéditos. Investigué en la filmografía en la que aparecía Bola y encontré siete películas, tres de ellas en México, una en Brasil y otras tres en Argentina. Encontramos un material de muchísima calidad.
¿Cómo se ha concebido el ciclo de exhibición?
El documental empezó con muy buen pie y mucha fortuna porque nos invitaron a clausurar el Festival de Cine Latino de Nueva York, y le gustó a la gente. Como diría Bola, no nos tiraron hollejos de naranja ni nada de eso. Si todo va bien, el documental se verá prácticamente en eventos de todo el mundo: La Habana, Granada, Málaga, Madrid, Sao Paulo, Montreal, San Francisco, Los Ángeles, México, Perú, Uruguay... Al menos un recorrido de un año.

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