jueves, octubre 16, 2008

KAKO BASTAR



Desde nino, Francisco Ángel "Kako" Bastar Ramos sintió atracción por la música, aunque no imaginó que en poco tiempo se convertiría en una de las figuras cimeras del pentagrama sonoro latino de la ciudad de Nueva York en los anos 50 y 60, al lado de figuras prestigiosas como Mongo Santamaría, Machito Grillo, Charlie Palmieri, Tito Puente, Joe Quijano y Louie Ramírez, entre otros.
Nacido el 21 junio de 1936, en la Calle del Cristo del Viejo San Juan, Kako Bastar inició sus pinitos en el arte como bailarín junto a su hermana Ana Luisa, cuando apenas contaba con siete anos de edad.
Su principal inspiración fue su madre, Eugenia Ramos, reconocida bongocera de una banda de mujeres que se abrió paso en el ambiente musical de Puerto Rico en los anos 20 y quien, además, fungió como bailarina de los Pleneros de la 21.
"Mi madre nos incitó a bailar y nuestra primera presentación fue en el show 'En blanco y negro' de Ruth Fernández, en el teatro Tapia, donde bailamos junto a nuestros primos "Cochi" (Ramón Ortiz) y "Cochona" (Isabel Ortiz). También hicimos bailes en el hotel Normandie y en El Escambrón bailando rumba", recuerda Ana Luisa.



Cuenta la hermana del percusionista que aunque Kako tenía un buen desempeno como bailarín -oficio en el que se le auguraba éxito- su pasión estaba en la música, principalmente como percusionista, destreza que aprendió de su madre. "Kako tenía diez anos cuando se empezó a mezclar con (Rafael) Cortijo en Santurce, justo cuando mami nos matriculó a estudiar en el Conservatorio de Música", cuenta la también bailarina.



Confiesa que, no empece a las buenas destrezas que perfilaba su hermano como bailarín y percusionista, su padre, don Francisco Bastar, prefería que su hijo se desarrollara como jugador de béisbol, deporte en el que éste se había destacado en los anos 40 siendo la primera base de Los Senadores de San Juan.
A sus 16 anos de edad, en 1952, Kako Bastar emigró con su familia a la ciudad de Nueva York encontrando en la gran urbe un espacio fértil para desarrollarse como percusionista, tal y como fue su sueno de nino. Al poco tiempo de residir en "La Gran Manzana", el joven músico ingresó en 1957 a la orquesta de Arsenio Rodríguez, la principal agrupación de son en la época. Esta oportunidad le abrió, a su vez, la brecha para darse a conocer en las lides musicales más prestigiosas del mercado latino neoyorquino y, poco a poco, lanzarse como figura al frente de su propia orquesta.


Antes, acompanó en el bongó a la portentosa orquesta de Frank Raúl "Machito" Grillo, participó junto a la banda de Héctor Pellot, se convirtió en el timbalero suplente de la agrupación de Tito Puente y trabajó en el grupo del músico cubano Belisario López. En 1955, Kako Bastar organizó su primera orquesta, en la que fungió como conguero, timbalero y bongocero, logrando buena acogida en los mercados de Nueva York, Puerto Rico y Panamá. Las primeras senas del trabajo de su orquesta datan del 1958, cuando grabó dos discos 78 rpm con el sello SMC de la companía Alegre Records, propiedad de Al Santiago. Para esa época también grabó un sencillo en tributo a la música de Rafael Cortijo, a quien siempre consideró su mentor, según cuenta su hermana Ana Luisa.



En cambio, su primer álbum lo logró en 1961 para el sello Alegre, "Kako y su combo", en el que figuró como vocalista Julián Llano y que incluyó los temas "Las nenas del barrio", "Despierta rumbero", "El jaleo", "La gente donde yo vivo", "Tiboco", "Pita el tren", "Chocolate caliente", "No vas a la pachanga", "El bebé", "San serení", "Tengo ganas de llorar" y "El candao y la llave".
Esta producción -matizada en los ritmos de la pachanga, el mambo, el son montuno y el guaguancó- fue presentada como una "valiosa contribución" al sonido caribeno y que "logra de modo magistral el descubrimiento de ángulos temáticos y rítmicos que son un capítulo de buen gusto en la difusión de la música antillana".
En la presentación de este disco, el productor Al Santiago introdujo a Kako Bastar destacando su "notable ejecución de los timbales" y senalándolo como un músico "de acento instrumental personal y un estilo muy suyo para interpretar estos ritmos (caribenos)", cuya virtud es "su intransigencia por conservar intocable el ritmo interpretativo, libre de mistificaciones ni fórmulas artificiosas […] que se ajustan a la verdadera esencia de la música Ántillana, con tal fidelidad, que hacen de cada ejecución un acierto".
En 1961, Kako Bastar también se convierte, junto a Charlie Palmieri, en director del proyecto Alegre All Stars que unió a figuras de la talla de Ray Coen (piano), Bobby Rodríguez (bajo), Frankie Malabé (conga), Louie Malabé (vibráfono) y Chivirico Dávila (voz), entre otros. Al mismo tiempo fue "caza talento" para el sello Alegre contribuyendo a lanzar a la fama a muchas figuras musicales que hoy se han destacado en el ambiente.


Ya convertido en una figura con personalidad en el mundo musical caribeno de Nueva York, Kako Bastar lanzó su segundo disco, "Kako y su combo, volumen II" (1962), con la participación de Chivirico Dávila en la interpretación de los temas "Mi guaguancó", "El malo", "Cuidadito compay gallo", "Te voy a comprar", "La plena de San Antón", "Encantado de la vida", "La lengua melódica" y "La pesadilla", entre otros. Fue entonces cuando se produce su reencuentro con las figuras de la música popular en Puerto Rico, casi en un cruce con la base de su musicalidad y sus raíces sonoras.
Acompanado de Chivirico Dávila, Charlie Palmieri y Paquito Guzmán, y bajo la producción de Al Santiago, Kako Bastar reúne a las personalidades más relevantes del cancionero boricua para crear el álbum "Puerto Rican All Stars Featuring Kako", en 1963. El cónclave se integró, en primer orden, por los músicos de la recién creada agrupación El Gran Combo: Rafael Ithier (piano), Mikie Cruz (bajo), Roberto Roena (bongó), Milton Correa (timbales), Martín Quinones (conga), Quito Vélez y Miguelito Miranda (trompetas), y Eddie Pérez y Héctor Santos (saxofón).


Al grupo se anadieron Jesús Caunedo (saxofón), Fernando Arbelo (trombón), Johnny Rodríguez (voz), Daniel Vázquez (conga) y César Concepción, y Mario Ortiz (trompetas). La grabación de este álbum inició un día en la alborada del mes de febrero de 1963, a las 4:00 de la manana, y concluyó cinco horas más tarde, en una experiencia que, según resena el productor Al Santiago en la contraportada del disco, fue "una de las secciones de música latina más modernas y extrovertidas antes grabada".
A este trabajo le siguió el álbum "Tributo a Noro Morales" (1964), acompanado de su New York After Hour Orchestra, en la que incluyó los talentos de Charlie Palmieri (piano), Israel "Cachao" López (bajo), José "Chombo" Silva (saxofón), Louie Ramírez (vibráfono), Joe Quijano (bongó), José Cora (percusión) y Chivirico Dávila y Felo Brito (voz), entre otros.
Anos más tarde grabó el disco "Live it Up" (1967) para el sello Musicor Records, en companía del cantante panameno Camilo Azuquita, en una producción de Al Santiago, con los temas "Aunque no tengo dinero", "La chica del Barrio Obrero", "A golpe de Timbal", "El guapo", "Ritmo melón" y "Lo que sea", entre otros.


En 1968 participó junto a Charlie Palmieri en la elaboración y dirección de la producción "The Salsa All Stars" con el sello Salsa, en una propuesta que emuló a las viejas descargas musicales cubanas ("jam sesions") con la participación de un grupo de figuras musicales de primer orden, como Israel "Cachao" López, Louie Ramírez, Bobby Rodríguez, Víctor Paz, Pupi Legarretta, Cortijito, Camilo Azuquita, Chamaco Ramírez, Yayo "El Indio", Santos Colón, Héctor Lavoe, Chivirico Dávila y otros. Al mismo tiempo, apareció en el mercado el álbum "Sock it to Me, Latino" (1968, Artol Records), que introdujo en su banda la figura de Miguel Barcasnegras ("Menique") y en el que Héctor Lavoe figuró como corista principal.



"Conocí a Kako en Panamá durante la celebración de los carnavales. Allá tuvo un problema con Camilo Azuquita, que era su cantante, y empezó a buscar quién lo reemplazara. Yo tenía en ese tiempo la mente fresquecita y me pude aprender todos sus números. En aquel momento canté con Beto Tuboa en la provincia de Chiriquí y trabajamos juntos bajo el acuerdo de que nos ayudaríamos mutuamente. Él me dijo que si lo ayudaba a terminar sus presentaciones en Panamá me traería a Nueva York, y así lo hicimos", cuenta el veterano vocalista Menique Barcasnegras.

El cantante panameno, quien arribó a "La Gran Manzana" en abril del 1968, estuvo junto a la banda de Kako por varios meses, hasta que un día, realizando un espectáculo en el club El Caborrojeno, al verlo cantar, Tito Puente le habló a su homólogo Kako para que le permitiera reclutarlo. "Tito (Puente) me ofreció trabajo y yo le dije a Kako que no, porque el acuerdo era que íbamos a tocar juntos, pero él me dijo: 'Ese (Tito) es el maestro y es importante para tu carrera cantar con su orquesta'. Así empecé con Tito, gracias a Kako, que siempre estuvo dispuesto a ayudar a todo el mundo", narra el cantante panameno.
En 1969, el aguzado músico participó como timbalero en la producción "Live Jam Session", con el junte The Cesta All Stars, seguido por "Salsa festival" (1970). Ambos discos fueron dirigidos por Charlie Palmieri y producidos por Al Santiago y Joe Quijano. Contaron con la participación vocal de Cheo Feliciano, Yayo "El Indio", Jimmy Sabater, Víctor Velázquez, Chaquito Montalvo, Willie Torres y Dioris Valladares. Entre los músicos se destacaron Bobby Rodríguez, Willie Rosario, Barry Rodgers (que ejecutó el tres y el trombón), Orlando Marín, Frankie Malabé, Pedro Perdomo, Joe Wohletz y Joe Rodríguez.


Al arribo de la década del 70 se produjo la unión de dos figuras cimeras de la canción popular caribena, en una producción que sacudió el ambiente musical latino de Nueva York. Se trata del disco "Lo último en la avenida" (1971), que juntó a Ismael Rivera con Kako y su orquesta, en una producción excelsa que se dio en medio de los trabajos de "El Sonero Mayor" y sus Cachimbos e incluyó las composiciones "Mi negrita me espera", "La cumbita" y "El cumbanchero", entre otros.
En el mismo tono de reencontrarse con la raíz de su musicalidad e historia, Kako grabó el álbum "Ritmos y cantos callejeros" (1973) con Rafael Cortijo, cantando Chivirico Dávila e Ismael Rivera en los coros. Al mismo tiempo apareció en escena la producción "La máquina y el motor", que unió por primera vez el talento del cantante cubano Eugenio "Totico" Arango y El Trabuco de Kako Bastar.

Este trabajo, en palabras del fenecido compositor puertorriqueno Tite Curet Alonso, "está lleno de sabor y está disparando comentados cartuchos de salsa viva y el público los está siguiendo, las interpretaciones aquí incluidas están entre las mejores de salsa de cuantas vendrán al mercado este ano".


La propuesta, que incluyó temas como "La máquina y el motor", "Así se baila", "Oye mora linda", "Los barrios unidos", "Oye los tambores" y "Para ya bandolera", fue continuada con el álbum "Siguen pa'lante y pa'lante", con el que el binomio de artistas consagró su éxito. "Totico es un cantante rumbero surgido de la línea directa del guaguancó callejero, de solar y barrio que desde muchacho seguía por La Habana los pasos de cuanto conjunto y cantante bueno hubo en aquella ciudad. Tocando tumbadora y cantando a la vez el sabroso guaguancó, convenció a medio mundo y se le tiene como uno de los mejores es ese género, que domina a perfección", senaló Tite Curet en la presentación de uno de los discos del dúo de artistas.
En 1974, Kako Bastar irrumpe en el mercado con el trabajo "Kako", bajo la producción de Louie Ramírez, y en el que se consignó la grabación de los primeros temas del compositor orocoveno Ramón Rodríguez: "Sinceridad" y "La cazuela". Un ano después, el percusionista se une nuevamente al legendario vocalista Camilo Azuquita en el disco "Salsa" (1975), seguido por "Unión dinámica" (1976).


Entrado el ano 1977, Kako regresó a un estudio de grabación acompanado de la mayoría del séquito de músicos que anos atrás habían conformado las producciones "The Alegre All Stars" (1961), "The Salsa All Stars" (1968) y los dos álbumes trabajados con el junte The Cesta All Stars (1969 y 1970), pero en esta ocasión para lanzar la reunión de estrellas musicales del sello Alegre, en cuatro producciones de alta calidad: "Perdido", "El manicero", "Lost & Found" y "Way Out".
A finales de la década del 70, Kako Bastar reapareció tocando bongó con la banda de Frank Raúl "Machito" Grillo y durante los anos 80 compareció junto a la orquesta Típica 73. En 1984, grabó el disco "En la avenida otra vez" junto a Ismael Rivera, hijo, en la parte vocal, incluyendo los temas "Que murmuren", "Para cantar", "Se escapó un león", "Tú eres", "Agitando", "Hola qué tal", "Viva Colombia" y "Admiración".


Esa producción, aunque pegó en la Isla con el tema "Que murmuren", sólo se reprodujo en el mercado de Panamá y se espera que prontamente esté disponible en el mercado nacional. Francisco Ángel "Kako" Bastar falleció el 29 de julio de 1994, víctima de un infarto, hecho que su hermana Ana Luisa asegura le vino como consecuencia de su padecimiento de diabetes.

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