Arsenio Rodríguez nació en Güira de Macurijes, un pequeño pueblo de la provincia de Matanzas, Cuba, el 31 de agosto de 1913, según los datos que él mismo dió al Registro al rectificar su inscripción de nacimiento. A los siete años empieza a perder la vista como resultado de una patada de caballo. De familia muy pobre, de origen congo, se crió en la cercana población de Güines donde aprendió a tocar el tres y el bajo, las maracas, la tumbadora y el bongó. Para los años 30 ya estaba situado en La Habana como tresero y empieza a componer desde 1928. Toca en varios sextetos, pero su primera oportunidad la tiene como compositor, cuando la Casino de la Playa le graba en 1937 como primera de todas sus grabaciones el afro Bruca Manigüá en la voz de Miguelito Valdés, a los que siguen Ben acá Tomá, y en 1938 Yo son macuá, Fufuñando, Yo soy gangá y Se va el caramelero, donde además tiene un solo de tres como artista invitado. Posiblemente de estos contactos con La Casino de la Playa surgiera en Arsenio la idea de convertir el septeto típico en conjunto, agregándole una segunda trompeta y piano.
Para 1940 debuta como Arsenio Rodríguez y su conjunto, haciendo sus dos primeras grabaciones, El pirulero no vuelve más -capitalizando en el éxito de Se va el caramelero- Y Yo tá namorá(que poco después grabara Casino de la Playa) comenzando así la historia discográfica de una de las organizaciones musicales de mayor impacto popular e importancia histórica que ha tenido Cuba.
Arsenio lo reunía todo: como compositor, asentado en las profundas bases de su cultura conga, dominaba todos los aspectos de su música, lenguaje, bailes y tradiciones y así introdujo en sus afros, sones, guaguancós y otros temas ritmáticos, el maravilloso mundo musical afrocubano; pero al mismo tiempo era un espíritu muy sensible, romántico, capaz de plasmar bellísimos boleros de un estilo original como el famosísimo La vida es un sueño. Ejecutante extraordinario del tres, con su técnica logró convertir este instrumento, de difícil digitación cuando se trata de imprimirle rapidez, en algo capaz de convertir los montunos pianísticos en montunos tresísticos tenía un oído fuera de serie, como necesita todo director de un grupo musical, pero además un fino olfato para ser original y ofrecer algo nuevo al público.
Comprendió que el sexteto como agrupación musical, generalmente integrada por músicos negros o mestizos, estaba siendo desplazado por las llamadas jazz bands, compuestas en su gran mayoría por músicos blancos.
Comprendió también que una orquesta compuesta solamente de músicos negros tendría fuerte oposición para abrirse paso y que una fórmula intermedia -menor que una orquesta pero mayor que el sexteto- agregando primero una segunda trompeta y el piano, y después una tercera trompeta y la tumbadora, sería lo más indicado. Y como el talento entre los músicos negros sobraba, pudo darse el lujo de escoger los mejores músicos y cantantes para su grupo.
Pronto el Conjunto de Arsenio se hizo popular en programas radiales, en bailes y en 1942 todas las velloneras de Cuba tocaban hasta la saciedad Como traigo la yuca, que el público rebautizara como Dile a Catalina. A ese éxito siguió, también con arrebato, el número de la inspiración de Chappottín Oye como dicebasado en un motivo popular; en Cuba era muy popular el juego de la bolita o charada, que aunque ilegal, era más popular que el juego oficial. Se apostaba del 1 al 36, que eran los 36 números del Chino de la Charada, a cada número correspondía un animal, persona u objeto, y así junto con el abecedario los niños cubanos aprendían que el uno era caballo, dos mariposa, tres marinero, cuatro gato y así sucesivamente. Para orientar (o desorientar) al jugador, el banquero (operador del negocio de bolita) daba un verso con la apuesta de cada día, y al mismo tiempo apuntaba ese número, lo guardaba en una envoltura que se guindaba del techo de su casa, y no se bajaba hasta por la noche, generalmente a las 8:00pm, en que se hacía público el número, para saber quién había ganado. Esta ceremonia se llamaba "guindar el bicho". Cada mañana, los apuntadores (agentes del banquero) se repartían por La Habana, sobre todo en los barrios pobres, visitando a sus clientes y le daban el verso del día, bajo la frase ritual: "Oye como dice". Un verso típico podía ser: "Caballero que anda por los tejados, sin romper una teja". Cuando los cautos jugadores le apostaban al número 4 (el gato) el banquero "tiraba" el número 9 (el elefante) y le explicaba a sus engañados clientes: "El elefante no rompe una teja, las rompe todas…" y esta estampa la recoge Chappottín, dedicando un verso a cada una de las provincias cubanas.
Cristóbal Díaz Ayala, notas al CD Cubanacán 1703; Max Salazar: "Arsenio Rodríguez, life was like a dream", Latin Beat, marzo 1994. Penguin, obra citada, pág.1002-1003. Y sobre todo David García, "Arsenio Rodríguez and the Transnational Flows of Latin Popular Music"Temple University Press, Philadelphia, 2006
Florida International University FIU LIBRARY
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