miércoles, noviembre 30, 2005



JOE CUBA

JOE CUBA
José Calderón "Joe Cuba", creció en El Barrio. Sus primeros discos en 1954 los titula todos en inglés. Su sextet demostraría en los años sesenta que se puede tener sabor con una agrupación mínima.
Los cambios que vienen se hacen evidentes en las portadas. En la compañía Seeco aparecen vestidos de guaracheros, unos entretenedores más. En su primer disco para el sello Tico, Hanging out / Vagabundeando (1964), se muestran con traje de calle, camisa y americana. Joe Cuba opta por dirigirse directamente a su barrio, con el slang de las calles. Así Cheo Feliciano firma El Ratón. Un Son-montuno que suscitara diversas explicaciones:

Mi gato se está quejando
que no puede vacilar si donde quiera que se mete su gata lo va a buscar
De noche brinca la verja que está detrás de mi casa a ver si puede fugarse sin que ella lo pueda ver
Y no tan pronto está de fiesta silvestre felino, tiene que echar a correr Esto si es serio mi amigo Oye que lío, que lío se va a formar
cuando mi gatito sepa y es, estan simple la razón que el que a su gata le cuenta que el que a su gata le dice no es nada más que un ratón, un ratón
coro (montuno): De cualquier malla sale un ratón, oye de cualquier malla...
El coro final: "Echale semilla a la maraca pa' que suene" se asoció rápidamente, tal y como relata Rondón en el Libro de la Salsa, a la marihuana, con lo que el ratón resultaba ser el policía o el chivato. Diez años más tarde, Cheo graba El Ratón junto a la Fania All Stars con enorme éxito y la nueva interpretación política situaba al gato en el papel de la CIA o el FBI que impide la libertad e independencia de la isla y controla los movimientos de los latinos en el barrio.
Cheo Feliciano aclarará años más tarde que el asunto en cuestión es puramente amoroso, "de infidelidades y chismorreos", lo cual no evita que en la música de Joe Cuba y Feliciano flote el doble sentido. En las canciones que mi mamá no me enseñó incluyeron la composición: Ay, le dieron por detrás que, se supone, trataba de un choque automovilístico, la interpretación queda para la imaginación del oyente.
Por esa época, Joe Cuba edita dos discos al año, el primero de 1966 tiene un título significativo: We must be doing something/Estamos haciendo algo bien. Producido por Pancho Cristal (principal empresario de la época, protagonista y culpable del Boogaloo). Jimmy Sabater firma Y tu abuela donde está, un viejo tema cubano que habla de los individuos de piel clara que esconden a su abuela negra para pasar por blancos. Aquí es un aviso para los que renuncian a sus raices y sólo hablan en inglés. El gran éxito de este disco, El pito, tiene también un transfondo de lucha racial. El pito se subtitula con el coro que se repite a lo largo de toda la canción: I'll never go back to Georgia, una frase pronunciada por Dizzy Gillespie en 1957 después de sufrir vejaciones en este estado sureño por llevar una banda interracial –negros, blancos y latinos- un año después de ser embajador cultural por todo el mundo. Jaime Sabater grita, se desgañita, y de vez en cuando dice Que no voy más.
"Bang, Bang", la siguiente grabación vendió un millón de discos en 1967 y alcanzó el número 63 en las listas americanas. Un dato curioso: con la misma cifra de ventas, Aretha llevó Respect al número 1. ¿Es posible que alguien vigilara para que las minorías oprimidas no copasen las listas de éxitos? ¿Por qué Joe Cuba no subió más arriba en las listas? ¿Alguien decidió que, a la tensión racial con los negros, no podía seguir la de los latinos? Treinta años más tarde, aún no se ha resuelto el asesinato de John F. Kennedy, y lo que se sabe del de Malcolm X es que el FBI enredó para provocar el enfrentamiento entre los diversos grupos radicales. ¿Eran peligrosos los latinos?.
Los hechos demuestran que en 1967 el éxito no fue el único que entró en El Barrio, además entró la heroína. Aquello fue peor que arrojar la bomba atómica en el corazón de Nueva York. Tener un éxito fugaz en un medio ambiente miserable puede nublar las mentes más claras. Los únicos líderes que tenían los latinos eran sus músicos (los líderes políticos como Pedro Albizu habían muerto después de años en la cárcel) y Eddie Palmieri y Cheo Feliciano, entre otros, cayeron en las drogas duras.

Cheo Feliciano abandonaría el sextet en la antesala del éxito y sobreviviría al Boogaloo, algo que no ocurrió a Joe Cuba. Cheo, recuperado, triunfa en los setenta en la Salsa. Cheo no le deberá nada al Boogaloo, Eddie Palmieri recuerda la época como una maldición: "Hice sufrir mucho a Barry Rogers y los muchachos de la orquesta".
TRIUNFO Y CAIDA DE JOE CUBA
"Bang Bang" fue incluido en el LP Wanted, dead or alive/Se busca muerto o vivo/ Bang Bang push push push. En la contraportada, Pancho Cristal alardea en español de que Joe Cuba suena en las emisoras en inglés que escucha la juventud norteamericana. A su lado y en inglés, Gerry Cousins define el disco: "Funky-latin, realmente rock potente". En 1967 todos los músicos latinos se pusieron a grabar el Boogaloo, y no sólo en Nueva York. A los verdaderos creadores se les unieron los clásicos: Tito Puente, Ismael Rivera e incluso el Gran Combo de Puerto Rico.
De la noche a la mañana, Joe Cuba se queda sin ideas, su esfuerzo por mantener las claves del éxito resulta baldío, discos como My man Speedy (1967-68) resultan irregulares y, para colmo, otros aprovechan las rutinas y le calcan los éxitos.
Curiosamente, Joe Cuba será el único del Boogaloo-movimiento que no ha hecho ni un solo Boogaloo-canción. Cierto que en El Pito suenan las palmas características como en Bang Bang, que resulta ser una gran descarga y, según las crónicas de la época, el sextet de Joe podía tocar durante una noche entera, engarzando montunos e improvisaciones de sus músicos.
En 1969 Joe Cuba ha cambiado de actitud, ya no se mira pa'lante, el título lo dice todo: Recuerdos de mi querido barrio, boleros del feeling cubano como Contigo en la distancia se mezclan con una nueva versión de Oye como va (Joe lo había grabado ya en Seeco con la voz de Cheo). La Guajira de Tito Puente no llegará a las listas hasta 1971, ¡mala suerte!, de la mano de Carlos Santana.
Revista El Manicero Num. 6, abril-mayo de 1995

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